"Tienda de la verdad", lo decía el letrero.
El hombre estaba sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía. Pero no pudo imaginar qué vendían. Y entró.
- Perdón, ¿ésta es la tienda de la verdad?
- Sí, señor, qué tipo de verdad anda buscando: ¿Verdad parcial, verdad absoluta, verdad relativa, Verdad estadística, verdad completa?
Así que aquí vendían verdad. Nunca se había imaginado que esto era posible... llegar a un lugar y llevarse la verdad… Era maravilloso.
- Verdad completa- contestó el hombre sin dudarlo-.
Estoy tan cansado de mentiras y de falsificaciones, no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones.
- Verdad plena- ratificó.
- Bien señor, sígame.
La señorita acompañó al cliente a otro sector y señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo:
- El señor lo va a atender.
-Vengo a comprar la verdad completa.
- Ah, perdón, ¿el señor sabe el precio?
- No, ¿cuál es? -preguntó.
En realidad, el sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.
- Si usted se la lleva- dijo el vendedor- el precio es que nunca más podrá estar en paz.
Un frío corrió por la espalda del hombre, nunca se había imaginado que el precio fuera tan grande.
- Gra...gracias, disculpe, balbuceó.
Se dio vuelta y salió de la tienda mirando al suelo.
Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo.
"Quizás más adelante", pensó......
El hombre estaba sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía. Pero no pudo imaginar qué vendían. Y entró.
- Perdón, ¿ésta es la tienda de la verdad?
- Sí, señor, qué tipo de verdad anda buscando: ¿Verdad parcial, verdad absoluta, verdad relativa, Verdad estadística, verdad completa?
Así que aquí vendían verdad. Nunca se había imaginado que esto era posible... llegar a un lugar y llevarse la verdad… Era maravilloso.
- Verdad completa- contestó el hombre sin dudarlo-.
Estoy tan cansado de mentiras y de falsificaciones, no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones.
- Verdad plena- ratificó.
- Bien señor, sígame.
La señorita acompañó al cliente a otro sector y señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo:
- El señor lo va a atender.
-Vengo a comprar la verdad completa.
- Ah, perdón, ¿el señor sabe el precio?
- No, ¿cuál es? -preguntó.
En realidad, el sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.
- Si usted se la lleva- dijo el vendedor- el precio es que nunca más podrá estar en paz.
Un frío corrió por la espalda del hombre, nunca se había imaginado que el precio fuera tan grande.
- Gra...gracias, disculpe, balbuceó.
Se dio vuelta y salió de la tienda mirando al suelo.
Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo.
"Quizás más adelante", pensó......
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