sábado, 26 de noviembre de 2016

¿Sinceridad o imprudencia?



La sinceridad es buena, pero debe ir acompañada de la prudencia.

Seamos prudentes a la hora de hablar y escribir en nuestros post. Nos evitaremos muchos problemas y nos percibirán como más considerados, amables y maduros

El don de la prudencia nos llena de satisfacción personal y paz para con todos los que nos rodean, nos muestra como personas consideradas, amables, y maduras.  Pero cuando hablamos de más, o sin cautela, nos arriesgamos a que nos malinterpreten, a crear en los demás una imagen distorsionada de nuestra forma de ser.  Y es que no es necesario decirle a la gente TODO lo que pasa por nuestra mente.

A veces confundimos ser sinceros con ser imprudentes.

Ser sinceros es no tener fingimiento en las cosas que se dicen o en lo que se hace.

Ser imprudente significa actuar sin moderación o con insensatez, causando inconvenientes, dificultades o daños.

Practicar la sinceridad sin la prudencia puede destruir en vez de edificar, ofender en vez de animar, separar en vez de unir y hasta romper lo que debería permanecer siempre unido (como los matrimonios, las amistades, las relaciones familiares, e incluso nuestros vínculos laborales o de negocios). Por eso, contengamos nuestra boca (teclas) de pronunciar palabras de juicio y de crítica, de hablar vanidades y temas intrascendentes.

Lo que sale de nosotros, es el reflejo de nuestra vida interior.