El batallón se había replegado del campo de batalla a un refugio. La contienda era cruelmente combativa. El soldado, muy triste, pidió permiso a su oficial para rescatar al amigo del alma que no había regresado:
- "Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo".
- “Permiso denegado, soldado. No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto”
El muchacho no encontraba consuelo y sentía una necesidad poderosa de buscar a su compañero.
Siguiendo un impulso superior se escapó sin autorización. Al poco tiempo regresó mortalmente herido, arrastrando con gran esfuerzo el cuerpo de su querido amigo. El oficial lo recibió furioso:
- “¡Ya le dije yo que había muerto!¡Ahora he perdido a dos hombres! Dígame, ¿merecía la pena salir allá para traer un cadáver?”
- "¡Claro que merecía la pena, señor!. Cuando llegué, él todavía estaba con vida, maltrecho. Cuando me vio, su rostro se iluminó, y alcanzó a decirme en voz baja:
- "¡Mario... estaba seguro que me vendrías a buscar!"... y murió.
- "Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo".
- “Permiso denegado, soldado. No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto”
El muchacho no encontraba consuelo y sentía una necesidad poderosa de buscar a su compañero.
Siguiendo un impulso superior se escapó sin autorización. Al poco tiempo regresó mortalmente herido, arrastrando con gran esfuerzo el cuerpo de su querido amigo. El oficial lo recibió furioso:
- “¡Ya le dije yo que había muerto!¡Ahora he perdido a dos hombres! Dígame, ¿merecía la pena salir allá para traer un cadáver?”
- "¡Claro que merecía la pena, señor!. Cuando llegué, él todavía estaba con vida, maltrecho. Cuando me vio, su rostro se iluminó, y alcanzó a decirme en voz baja:
- "¡Mario... estaba seguro que me vendrías a buscar!"... y murió.
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